martes, 31 de enero de 2012

unas palabras de Jean Dubuffet

ALIMENTO DE LA PINTURA

Totalmente acosada de deslices, de relámpagos en el agua viva, cuán apasionante sería la obra de una trucha, si las truchas pintaran. La de la serpiente - si las serpientes nos librasen sus obras - obsesionada de piedra caliente. La del pájaro llena de cielo y de nubes y cualquier objeto que pintaran, por ejemplo una manzana, la trucha le pondría sus frías carreras; la serpiente el calor de su piedra; el ave, su cielo. Siendo hombres, nos apasionamos por las obras realizadas por nuestros semejantes; buscamos ávidamente en ellas las huellas de los espectáculos que pueblan nuestras miradas en todos nuestros instantes; de nuestras presiones cotidianas obsesionantes; de cuanto, a lo largo de nuestra vida, cae bajo nuestros sentidos en todos nuestros pasos. Y es: un cartel rasgado, un pedazo de chapa que brilla, un hierro herrumbroso; un camino encenagado. Una vitrina pintada en verde de pino, un rótulo abigarrado, una inscripción de tiza deslavada por la lluvia, un color encontrado en la calle y huellas, más huellas, regueros, azares, de los que nuestras viviendas de hombres y nuestras ciudades están repletas: he ahí lo que, el pintor debe registrar a medida y fijar y asimilar y restituir en sus obras, hasta cuando pinta una manzana.

ESCRITOS SOBRE ARTE - Jean Dubuffet - Barral Ed.

No hay comentarios:

Publicar un comentario